El Regreso De Lucy
«Lucy está aquí», dijo la señora del vestido negro, (médium) con una voz que no era la suya. Mamá se quedó helada y, después de un silencio tan grande que hasta las moscas parecían aguantar la respiración, soltó un sollozo.
La mujer cerró los ojos y cuando los abrió, eran como los de Lucy: oscuros, redondos, pero brillantes. «¿Por qué te fuiste?», preguntó mamá, con los labios temblando. La señora movió la cabeza de un lado a otro como lo hacía Lucy cuando nos regañaba.

—Estoy aquí —dijo—. Siempre he estado aquí.
Mamá lloró más fuerte, y papá apretó la mesa con las manos hasta que sus nudillos se pusieron blancos. La luz del comedor titiló como si alguien estuviera jugando con el interruptor. Sentí un escalofrío y me aferré al borde de mi silla.
—¿Recuerdas el secreto del armario? —preguntó la señora, sonriendo de esa manera que solo Lucy sabía. Mamá asintió, y supe que era cierto. Nadie más que Lucy lo sabría.
Cuando la mujer comenzó a tararear la canción que Lucy me cantaba para dormir, me dieron ganas de salir corriendo. No lo hice porque mamá me miró con ojos suplicantes, como si fuera yo quien tenía que quedarme, por Lucy, por todos nosotros.

Desde aquella noche, las puertas de los armarios se abren solas. Lucy se ríe, una risa que sale de las paredes, suave y fría. Cuando mamá me pide que comparta la cama con ella, hago lo que me dice, pero cierro los ojos con fuerza.
No quiero ver cómo las sábanas se hunden a mi lado. No quiero sentir esa mano pequeña que siempre está helada. Mamá dice que Lucy es un ángel que nunca nos dejó. Pero a mí, su ángel, me da miedo.
By,La Princesa Oscura
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